CANCIÓN DE AMOR

Fotografía @PeterPaez

CANCIÓN DE AMOR

Amor, deja que me vaya,
déjame morir, amor.
Tú eres el mar y la playa.
Amor.

Amor, déjame la vida,
no dejes que muera,
amor.
Tú eres mi luz escondida.
Amor. 

Amor, déjame quererte.
Abre las fuentes, amor.
Mis labios quieren beberte.
Amor. 

Amor, está anocheciendo.
Duermen las flores, amor,
y tú estás amaneciendo.
Amor

DIÁLOGO ENTRE VENUS Y PRÍAPO

Príapo:
…Despierta, sí, cerrada caverna de coral.
Voy por tus breñas, cabeceante, ciego, perseguido.
Ábrete a mi llamada, al mismo sueño que en tu gruta sueñas.
Tus rojas furias sueltas me han mordido.

¿Me escuchas en lo oscuro? sediento, he jadeado las colinas y
descendido al valle donde empieza el caminar más duro,
pues todo, aunque cabellos, son espinas, montes allí rizados de maleza.

¿Duermes aún?
¿No sientes cómo mi flor, brillante y ruborosa la piel, extensa y alta se desnuda, y con labios calientes —coral los tuyos y los míos rosa— besa la noche de tus labios muda?

¡Despierta!…

Venus:
¿Quién me nombra?
¿quién persigue mis óleos seminales, quién mi gruta de sombra y navegar oculto mis canales?

Príapo:
Quien solamente puede y se desvela,
levantado por ti,
de noche y día, se atiranta en candela y
no se dobla hasta que el mar lo enfría
¡Deja que te contemple!

Venus:
Que te mire déjame a mí también.
¡Siempre eres bello!

Príapo:
¡Déjame que en tus selvas te respire!

Venus:
¡Que me despeine en tu robusto cuello!

Príapo:
¿Por qué dormías?

Venus:
Todo era fingido.
Mi dormir no era más que desearte.
Tú alzas mi sueño cuando estás dormido.
Nací tan sólo para levantarte.

Príapo:
¡Oh noche clara!

Venus:
¡Oh clara luna llena!
¡Rayo directo que me inundas!

Príapo:
Eres taza de espuma azul,
concha marina,
alga abierta en la arena,
paraíso de sal de las mujeres,
secreto erizo que en la mar trasmina.

Golfo nocturno, ábrete a mí,
bañadas del más cálido aliento tus riberas.
Sabes a mosto submarino,
a olas en vivientes moluscos despeñadas,
a tajamares, soles de escolleras y a rumor de perdidas caracolas.
Sabes también…


Venus:
Repósate un momento…

Príapo:
El reposar es mi mayor tristeza.

Venus:
También yo quiero repetir al viento toda mi admiración por tu grandeza.

Príapo:
Hincho las velas. Habla.

Venus:
Eres trinquete,
palo mesana,
torre indagadora y,
ardido del más rojo gallardete,
cresta de gallo al despuntar la aurora.

Sales de un bosque, lanza o jabalina.

Redondos aramboles,
de espejuelos te alumbran cuando cazas.

Pende en los dos la gloria masculina.

Llenas las nubes,
los cargados cielos rebosan de sus tazas.

Príapo:
¡Oh, ven más cerca! ¡Ven!

Venus:
¡No! No me riegues, amor, de blancos copos todavía.
Guarda, mi bien, esas nevadas flores hasta que al fin me llegues a lo más hondo de mi cueva umbría con tus largos y ocultos surtidores.

Príapo:
¿Qué quieres más?

Venus:
Anhelo que me cantes cosas que faltan.
Mis alrededores prometen sima al sur y al norte cumbres.

Príapo:
Hacia ellas van mis rayos penetrantes,
su flor certera,
sus certeras lumbres.

Venus:
¿Qué ves, qué me iluminas?

Príapo:
¡Oh precipicio, oh noche bordeada de oscuridad también!
¡Despeñadero que hacia las sombras sólo me encaminas!
Te miro y más se hunde mi mirada.
si la dicha es redonda, está en tu cero.

Venus:
Pasa a los altos, sube a los alcores…
¿qué ves ahora, dime?

Príapo:
Un baluarte de clavel y de nieve a cada lado.
¡Oh fortalezas!
¡Claros miradores para clavar en ellos mi estandarte y descender al bosque enamorado!

Venus:
Dime si escondes para mi ventura cosas que acaso yo no sepa.

Príapo:
Escondo, también allá en lo hondo de una caverna oscura, de blancas y mordientes almenas vigiladas, una muy dulce y de humedad mojada cautiva…

Venus:
Yo prosigo.
Son los dientes los que fijos la rondan y dan vela.
También yo otra cautiva como la tuya aguardo.
¿No la sientes?
A navegar sobre su propia estela mírala aquí dispuesta, siempre viva.

Príapo:
¡Oh encendido alhelí, flor rumorosa!
Deja que tu saliva de miel, que tu graciosa corola lanceolada de rubíes mojen mi lengua, ansiosa de en la tuya mojar mis carmesíes.

Venus:
¡Flor contra flor!


Príapo:
¡Qué blandos oleajes ya por mis flancos tu alhelí resbala!

Venus:
Gira la noche…

Príapo:
Cantan los cordajes…

Venus:
Cambia el viento… Dan vuelta los paisajes…

Príapo:
Y hace en tus labios mi navío escala, mientras tu fuente oculta, prisionera de mi boca, entreabriendo su dócil ya y sumisa enredadera, dulce y quejosamente va fluyendo.

Venus:
¡Oh bonanza!

Príapo:
¡Oh tranquilo descanso ahora!
¡Calmas, aunque plenas, nuncios ya de los hondos y más duros combates!

Venus:
¡Desflecadas, hilo a hilo, tus espumas descienden mis almenas!

Príapo:
Tus arroyos y peces más oscuros me corren por los labios todavía.

Venus:
Un sabor a jazmín me permanece ya tallo donde nada antes crecía.

Príapo:
A tallo que por ti de nuevo crece.

Venus:
¡Oh asombro! ¡Prodigiosa, mágica fuerza!

Príapo:
¡Abismo que me atrae!

Venus: ¡Oh cima misteriosa!

Príapo: ¡Cima que sólo en ese abismo cae!

Venus:
¡Qué mármol jaspeado!
¡Pálida, arquitectónica belleza!
¡Qué alto fuste estriado de azules ríos!
¡Capitel armado para elevar el mundo en su cabeza!

Príapo:
Avanzo ya.

Venus:
La noche abrasa.

Príapo:
Gotas de esperma verde tiemblan los luceros.

Venus:
Las dehesas remotas de la luna, sus albos ventisqueros se llenan de bramidos.
Del cielo penden signos genitales.
La Vía Láctea rueda sus henchidos torrentes de amorosos sementales

Príapo:
Gruta sagrada, toco tus orillas.
Abre tus labios ya, siénteme dentro.

Venus:
¡Oh maravilla de las maravillas!
¡Luz que me quema el más profundo centro!

Príapo:
Se confunden los bosques,
las lianas se juntan y conmueven.
en el pomar revientan las manzanas y
en el jardín copos de nardos llueven.

Venus:
¡Qué bien cubres mis ámbitos!
Sus muros
¡cómo me los ensanchas y los llenas!
¡Qué pleamar, qué viento acompasados!

Príapo:
Jaca y jinete, unísonos,
seguros,
galopan de corales y de arenas y
de espumas bañados.

Venus:
Detente, amor.
No infundas ese aliento tan rápido a las brisas.
Aminora un poco el paso.
Da a tu movimiento un ritmo nuevo ahora.

Príapo:
Pondré en mis alas un volar más lento.

Venus:
¡Dulce vaivén!
rezuman mis paredes las más blandas esencias.

Príapo:
Desasidas de sus más hondas redes, ya mis médulas saltan encendidas.

Venus:
Ten más el freno.

Príapo:
¿El freno? Querencioso, mi caballo se pierde a la carrera.

Venus:
Sigo también su galopar furioso, antes que derramado en mí se muera.

Príapo:
¡Amor!

Venus:
¡Amor!
La noche se desvae.
Nos baña el mar.
¡Oh luz!
El mundo canta.
Cae la luna…
El viento…

Príapo:
Todo cae cuando el gallo del hombre se levanta.

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