Héroes venezolanos: Pedro Marín
Héroes venezolanos: Dr. Pedro Marín
De Carne y Huesos, pero dan un paso adelante.
Conversando con mi amigo Ignacio (Nacho) Ortiz, médico venezolano en el Hospital San Juan de la Cruz de Úbeda, España, comentamos la muerte del Dr. Pedro Marín víctima del coronavirus en ese centro hospitalario, refería el gran sentimiento de pesar que su desaparición física causaba en la ciudad, de manera especial en los sanitarios, de inmediato le pedí información para hacer una reseña sobre él en este blog, para mostrar y tener presente que todo no sale como lo planeamos, pero también hacer constar la entrega y fidelidad de nuestros emigrantes en los países de acogida.
La información recibida habla por sí sola, muestra el corazón inmenso de un hombre familiar, fiel, amigo, sencillo y trabajador comprometido con su misión, transcribo una muestra pequeña de todo lo recibido, muestra el respeto de sus amigos para horrar su memoria, para mantener su presencia.
Ignacio (Nacho) Ortiz: poco conocí a Pedro, de pasada durante el trabajo, él tenía años aquí, yo comencé en Dic 2019 y él enfermó en marzo 2020.
Ignacio (Nacho) Ortiz: él era especialista neurocirujano, pero inicio como médico general en urgencias del hospital
Ignacio (Nacho) Ortiz: aquí, en el hospital San Juan de la Cruz de Úbeda no hay esa especialidad (neurocirugía) y su mujer Gioconda Terán Campos médico trabaja en Baeza a 8 km de aquí ( Úbeda)
Así comenzaba nuestra conversación sobre el Dr. Pedro Marín, luego comenzó a llegar información.
Ignacio (Nacho) Ortiz: todos somos médicos hay un chat «venezolanos en Úbeda «

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Otro médico venezolano, fallece en España en la lucha contra el coronavirus. Se trata del Dr. Pedro Marín, un hombre notable, ejemplar médico y padre de familia, quien entregó su vida en esta lucha por ayudar a los que sufren la pandemia por el covid19. Deja a su esposa, médico obstetra y a dos hijos pequeños. Tuve el privilegio de conocer al Dr. Marín y puedo dar cuenta de su calidad humana y su valentía ante las adversidades de la vida. Lo conocí en las más insólitas circunstancias, trabajando como cocinero en el restaurant La Candelita, que por años llevaron la hija de mi esposa y sus socios en el céntrico barrio de Chueca.
Pedro Marín a diferencia de muchos emigrantes, llegó a España con papeles y ciudadanía, puesto que su padre era nativo de Jaén. Contaba con la ciudadanía europea, sin embargo, no con los medios para sostener una vida cómoda. Sus ahorros y trabajo se los habían devorado la hiperinflación que por años ha padecido Venezuela. Como muchos de nosotros, un día se cansó de la inseguridad económica y personal que nos ha traído la desgracia llamada socialismo del siglo XXI, y aprovechando el pasaporte obsequio de sus ancestros y pensando en un mejor futuro para sus hijos, decidió venirse a probar suerte con su familia.
También como a todos los que emigramos, le tocó la dura realidad de descubrir, que papeles o no en mano, cuando te trasplantas a otra sociedad, pierdes todo tu mundo de relaciones y debes abrirte paso desde muy abajo. El título de médico y tus especialidades, no tienen el mismo valor que en tu país de origen donde estudiaste, y primero están los que han nacido y hecho su vida aquí y luego los recién llegados. Es decir, una cosa es ser europeo, otra contar con papeles del viejo continente.
La corta vida de Pedro, es asombrosa y digna de admiración. Para poder alimentar a su familia, y cuidar de sus hijos hizo de todo: trabajó recogiendo cosechas de frutas, llegó a montarse en un camión lleno de inmigrantes indocumentados para trabajar limpiando campos en Segovia o La Mancha, para la siembra de trigo, lo que fuera por dar de comer a sus hijos, porque también formaba parte de su herencia familiar la noción de que, jamás trabajo alguno es indigno, sino siempre un camino de elevación, de transformación.
Como muchos médicos, le encantaba buena la cocina y en Venezuela había hecho cursos de vinos, gastronomía y cocina. Un día se animó a pedirle a nuestro chef en La Candelita, Manuel López, que le dejara probar a ver si servía en la cocina, tuvo suerte porque contaba con el talento y la constancia para el duro trabajo de una cocina para el público. (Yo que amo cocinar, sé muy bien que no es lo mismo hacerlo en casa para familia y amigos que para un público en restaurante).
Mientras trabajando desde temprano hasta altas horas de la noche, seguía paciente y tercamente insistiendo en conseguir un puesto como médico, en la jungla burocrática del sistema de salud español, tanto insistió que le contrataron en el hospital de Úbeda, en la provincia de Jaén de su padre, pero no como el neurocirujano que había sido en Venezuela, sino como médico de emergencia, es decir ¨un soldado raso¨, un recién graduado encargado de recibir y filtrar las emergencias para luego presentarlas a los especialistas de jerarquía. No titubeó, aceptó con humildad lo que la suerte le deparaba pues si bien amaba la cocina, su pasión era la medicina, y también el puesto le abría mejores expectativas de ingresos y estabilidad para su familia.
Al poco tiempo de trabajar, creo que no habían pasado ni quince días nos llamó de Jaén, para contarnos que el servicio de Cirugía luego de constatar sus habilidades y pericia lo tomaba en su plantilla, y que ya le habían puesto el ojo como neuro cirujano en la provincia andaluza. Pedro fue poco a poco progresando dentro de la estructura hospitalaria, hasta con mucho esfuerzo volver a ser lo que había sido en Venezuela.
Y nos llegó la peste del coronavirus, lo que muchos alertábamos como una terrible pandemia, pero la soberbia las autoridades se empeñaban en disminuir, obnubilados como han estado por complacer compromisos ideológicos. Por supuesto el Dr. Marín salió de inmediato a sumarse a las filas de quienes en primera línea enfrentaron al coronavirus, cuando todavía se empeñaban los poderosos en calificarla como una ¨simple gripecita¨ que si acaso tendría una incidencia de unos dos casos en España.
Fue al frente, sin saber con qué nos enfrentábamos porque China no informó bien u ocultó información, o la tergiversó, porque la OMS no aceptó los reportes de la transmisión persona a persona que hizo Taiwan, o porque lo importante era la imagen de China como país con una excelente gerencia de los problemas de salud. Fue al frente el Dr. Marín, sin un equipo de protección adecuado, sin las mascarillas adecuadas, sin las lentes de protección, con una simple bata y mascarilla de papel, pero sabiendo que su deber y juramento hipocrático le obligaban a atender a todo el que sufre y pide ayuda, mientras los vivos y enchufados que en todos lados abundan hacen negocio y dinero con la compra de insumos, equipos de protección y pruebas diagnósticas.
El fin de esta historia, es que Pedro enfermó, no sabemos si tuvo la mala suerte de estar en el porcentaje que hace la forma extrema de la enfermedad o si fue demasiada la carga viral que contrajo por falta de adecuada protección. Lo cierto es que Pedro, hoy es cadáver, uno más de los ya casi 25 mil que se han contado oficialmente en España, dejando fuera a un montón de ancianos que han fallecido en residencias y ancianatos, sin ser computados como tales porque no se les hizo prueba de covid19 (todo el que sabe algo de epidemiología entiende han muerto por la pandemia y como tal deben ser registrados, pero los números hay que maquillarlos).
Pedro se fue, dejando a su esposa y dos pequeños hijos, y un vacío en el hospital en el cual trabajaba, porque los neurocirujanos no salen de sombreros de mago, en cambio los políticos, no solo abundan, uno va teniendo la sensación de que incluso sobran, estorban, son parte del problema, de la pandemia… lamentablemente.
Y no es el único médico venezolano que ha entregado su vida en esta lucha, también está el Dr. Nerio Valarino, quien falleció en Valencia, y fue despedido como un héroe por el personal del hospital, el Dr. Carlos Rodríguez Duarte (Urólogo) y otros según me voy enterando. Después algunos me preguntan por qué estoy tan molesto con un gobierno que ha dejado a los empleados hospitalarios desprotegidos, que si me he vuelto de derechas. Lo siento, esto no es un problema ideológico o de defender posiciones políticas o mantener a costa de lo que sea la popularidad de un gobierno que desde el principio ha sido muy torpe e irresponsable con el manejo de esta crisis, por decir lo menos. Es un problema de vivir o morir, de mandar a la gente al matadero u ofrecerle por lo menos la garantía de una protección adecuada y seguridad laboral, es un problema de derechos humanos, es un problema de Humanidad.
¡Adiós Pedro, adiós Nerio, tengan muy buen viaje!
¡Gracias por vuestra entrega, gracias por el ejemplo de sus vidas!
Gracias por hacer lo imposible porque los demás sigamos vivos…
¡No olvidaremos porque olvidar, sería dejarlos morir dos veces!
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Mi reconocimiento a todos los médicos que atendieron a nuestro amigo Pedro, en especial a Antonio Jiménez que se entregó en cuerpo y alma tratando de hacer todo lo posible por nuestro amigo. Un abrazo Antonio y mis respetos
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Hijo de catalanes, que se fueron a Venezuela a construir su destino. Criado en las aguas del Caribe, en la hermosa isla de Margarita; «Mi isla», como le decías…Nos conocimos en la Universidad. Siempre destacando tu esencia. La dictadura te hizo volver a buscar tus orígenes. Y llegaste a Úbeda, donde comenzaste de nuevo a echar raíces. Y aquí nos trajiste, para recomenzar. ¡GRACIAS POR TANTO!!!
Mi familia y yo honraremos tu existencia hermano.
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Así es…. un grandote aplauso a nuestro colega y gran amigo Antonio Jiménez… por su entrega como médico y en especial con Pedro… gracias amigo de nuevo….siempre a mi disposición con respecto a lo que necesitara para Pedro…..un abrazote. Dios te proteja siempre
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Al resto cuídense muuuucho, aprendamos de está horrible situación… Dios nos cuide y nos proteja hermanos de la misma nación.
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No era de la UCV, si mal no recuerdo era de la UDO, pero yo lo conocí aquí en Madrid. Trabajó en el restaurant de mi hijastra y sus socios. No se imaginan todo lo que hizo para poder darle a sus hijos lo necesario. Cuando llegó tenía papeles y la ciudadanía española. Su padre era de Jaén, pero como son aquí las cosas, le costó Dios y su ayuda para poder entrar en el sistema, y sobre todo conseguir un puesto en su especialidad. Al final consiguió en la provincia de Jaén un puesto como neurocirujano, y se marchó para allá. Pero no se imaginan lo buen chef que era, trabajaba como un loco. Incluso antes de entrar al restaurant, llegó a trabajar recogiendo cosechas, limpiando campos, hizo de todo porque tenía familia que mantener. Era un padre ejemplar. No se imaginan que dolorosa es esta noticia. ¡Los empleados del restaurant lo adoraban! y todo el barrio iba a consultarlo en el restaurant, teníamos comida y módulo de atención primaria. Muy triste noticia.

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