Es recomendable disminuir la ingesta de hidratos de carbono, en particular, los sencillos, como son las harinas refinadas, el azúcar, los cereales refinados, los dulces y la bollería en general. Un consumo elevado de ellos favorece la creación de CO2, pudiendo perjudicar la sintomatología asociada.
Dado que las grasas son el macronutriente con más energía, su consumo resulta adecuado para las personas que necesitan incrementar su ingesta energética, como es el caso de quienes padecen enfermedades pulmonares. Facilitan una reducción del cociente respiratorio, lo que permite disminuir la cantidad de CO2 que el sistema respiratorio debe eliminar. Por ello, el consumo de frutos secos, aceite de oliva virgen extra, aguacate, lácteos de calidad, pescados azules y mariscos es importante.
Estudios han demostrado que ingestas proteicas adecuadas son beneficiosas para el mantenimiento de la masa muscular, mejorando el pronóstico de enfermos con patologías pulmonares. Las carnes, pescados, huevos y proteínas vegetales en general deben estar presentes en la alimentación. Sin embargo, el exceso de proteínas también puede aumentar la producción de CO2 y reducir el suministro de oxígeno en los pulmones.
Por tanto, la dieta para los enfermos con covid-19 tiene como objetivo evitar la pérdida de masa corporal magra, mejorar la función pulmonar y, en definitiva, la calidad de vida. Siguiendo las recomendaciones de la Academia Española de Nutrición y Dietética, es crucial que estos pacientes incrementen el consumo de frutas, verduras y hortalizas por su riqueza en vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes, por su papel frente al estrés oxidativo ocasionado por la enfermedad. Incluir, igualmente, fuentes de proteína de calidad para mantener la masa muscular. Y además evitar el consumo de grasas no saludables, contenidas en alimentos industriales y ultraprocesados, y optar, en mayor cantidad, por grasas saludables, como las anteriormente citadas, por su función energética y antioxidante.