Personalidad de alto conflicto e inmadurez emocional van casi siempre de la mano. Es más, dichas características se integran en lo que conocemos como trastornos de la personalidad del tipo B y son por término medio más comunes de lo que pensamos. Son perfiles muy problemáticos que en muchos casos están detrás de las conductas violentas en las relaciones de pareja.
Su pensamiento es muy rígido, evidencian enfoques de “todo o nada” o “estás conmigo o estás contra mí” y, cómo no, el clásico “aquí se hace lo que yo digo”. Son intimidadores natos, especialistas en el acoso y derribo emocional, hábiles estrategas de la desarmonía familiar, relacional y, por supuesto, laboral. Podríamos decir sin equivocarnos que estas presencias traen problemas allá por donde van.
A pesar de que esa alta conflictividad no define por sí misma una entidad clínica como tal, sí es un rasgo de más de un trastorno de la personalidad. Ejemplo de ello es el trastorno antisocial, el trastorno límite de la personalidad o el trastorno narcisista, entre otros. En todos ellos aparece además una clara desregulación emocional y una incapacidad para navegar en el mundo de las relaciones…