Ya se han mencionado todos los aspectos negativos que puede traer el obligar a los pequeños a comer sin hambre. Sin embargo, muchas madres se preguntarán, ¿qué hacer si mi hijo se niega a comer? Para empezar, es necesario procurar siempre un ambiente agradable a la hora de las comidas, en el cual se evite hablar de temas incómodos. También, sería recomendable evitar distracciones como la televisión. Si el infante adopta una conducta inadecuada a la hora de comer, los adultos no deberán manifestar gritos o correcciones en la mesa. Sencillamente, se le retira el plato y se le vuelve a presentar en la siguiente comida.
Para el desarrollo de patrones alimentarios adecuados, es recomendable mantener horarios establecidos, haciendo lo posible por destinar suficiente tiempo a la ingestión de cada alimento. Muchas veces, tendemos a comer rápido para llegar temprano al trabajo o iniciar una nueva actividad. Pero, las presiones al momento de comer suelen llevar a las personas a asociar la alimentación con el caos y la desorganización; lo que termina siendo negativo.
Además, es importante velar porque el niño coma balanceadamente en cada comida para evitar picar entre comidas. En ciertas ocasiones, el problema deriva de un exceso de dulces, chucherías y golosinas; por lo que, al llegar al momento de ingerir un platillo saludable en el almuerzo o la cena, el niño estará repleto y perderá totalmente las ganas de comer.
En el caso de que el pequeño rechace el alimento debido a cambios importantes en su historia de vida, es ampliamente recomendable que asista a consulta psicológica. De lo contrario, podría terminar aprendiendo a enfrentar sus emociones a través de la ingestión excesiva o el rechazo al alimento.