Desde que encontré un trabajo serio
no me manifiesto en el designio
intento frenarme en los signos de interrogación,
estoy
tácita,
vertiginosa,
desechable,
no sabía que este asunto de crecer
descarrilaba coordenadas,
hallando un norte hastiado de cuentas,
lo único que me salva
es este corcho miope añejado que no se acostumbra a la idea
de que me apuñalé en la primera caída,
convirtiéndome en hierba seca,
lo único que me salva
es el impermeable como conciencia todavía de esto,
de que aún en este mundo de estructuras
me crean desdichada por no seguir ciertos patrones,
no obstante, mi lengua se encuentra la mayor parte del día dormida
y lo aplaudan, creyéndose victoriosos
que precisen que permanezca omitida,
me amolde a esta vida coherente
que ven como la apropiada desde sus hilos y agujas,
lamento informarles, señores,
que una hierba después de seca
no cambia,
prende fuego.