CLAUDIA SIERICH

CLAUDIA SIERICH

Foto © Enrique Moya
Emigrar constituye un acto que, si bien se intenta por propia voluntad, roza con nociones como destierro, desarraigo y exilio – y sus abismos -. Pesan sobre él muchas condiciones. Partir hacia un mundo que no conocemos, esperanzados porque nos reciba bien, es empezar de nuevo.

¿Qué significa para usted la palabra emigrante?

En primer lugar, pienso en mi padre, el emigrante. Luego, en mí. Siendo hija de inmigrantes alemanes nacida en Caracas, me involucré a profundidad en la vida venezolana, social, política y cultural, y viajé por casi todo el país.

Emigrar constituye un acto que, si bien se intenta por propia voluntad, roza con nociones como destierro, desarraigo y exilio – y sus abismos -. Pesan sobre él muchas condiciones. Partir hacia un mundo que no conocemos, esperanzados porque nos reciba bien, es empezar de nuevo. Dejar atrás lo que se sabía y se dominaba, los logros, los indispensables afectos, el entorno en el que habíamos buscado arraigarnos profundamente. Emigrar es duro cuando se advierte que quizá no se podrá retornar, o un regreso signifique no encontrar nada de lo que se dejó. Comporta esfuerzo psíquico y material, el manejo de pérdidas, incertidumbres, renuncias. Nos brinda conocernos mejor, y aprender de nuevo, moviéndonos en lo extraño. Moviliza potenciales enormes, bajo la amenaza de riesgos difícilmente calculables. Nunca sabes, hasta dónde te sigue el alma. Hasta que no la pongas a prueba. Desplazarse, cambiar de plaza; sumergirse y batallar en y con lo desconocido: tal vez el mayor desconocido seamos nosotros mismos, una y otra vez. De eso se trata.

¿Cómo eligió el país en el que vive?

Decidí emigrar a la tierra de mis ancestros. Esa que ahora es toda otra a la que ellos conocieron. Tal vez hubiese querido desplazarme a otro país latinoamericano. Pero la realidad sociopolítica en Latinoamérica comporta niveles de violencia silente o abierta en la vida cotidiana de los que deseaba desprenderme.

Así pensé en Berlín, una ciudad que sabe mucho de historias difíciles y tiene una historia alucinante que se aborda día a día en el espacio público, (…) donde ruedan muchos idiomas, plena de parques y aguas. Mi trasfondo alemán junto a mi profesión serían una ventaja para reiniciar vida y abrir nuevos horizontes.

Claudia Sierich trabajando con Sir Simon Rattle. | Foto © Nohely Oliveros

¿Cómo ha sido su incorporación a la nueva cultura: sientes que ha transformado la suya?

Las culturas que me componen, si bien bastante divergentes, se unen en matrimonio en mi persona, un matrimonio amantísimo, pero que también se conflictúa. Soy híbrida. Mientras adquiero destrezas adicionales pertenecientes al ámbito cultural alemán que, a la vez, es atravesado por más culturas europeas y del mundo, conservo lo que he traído: un cierto manejo generoso del tiempo sin caer en la maquinaria implacable de acá y un ambiente en el que tránsito en el idioma venezolano y lo que lo rodea, incluyendo las experiencias naturales e intelectuales de las que disponemos «los de allá», que no se compaginan con las de «los de acá».

Hace falta la calidez, el cariño, la caricia que me significa mi lengua nativa, de la que no quiero ni puedo prescindir, al lado de mi lengua materna. Porque las lenguas nos son Heimat. Mutterland Sprache.

Mi incorporación en Alemania pasa primero por mi profesión. A los 18 escogí ser intérprete de conferencia, para andar liviana entre mundos, libre, solo con el lápiz, el notebook, mi mente entrenada, y para poder ejercer en cualquier lugar del mundo. En aquel entonces no sabía, que esta elección me iba a permitir (sobre)vivir lejos de un país que nunca hubiese querido dejar por las razones que se plantearon.

¿Se relaciona con venezolanos en general y/o particular en el entorno laboral?

Comencé a relacionarme con venezolanos, de forma selectiva, cuando había culminado con los primeros pasos in situ: techo y trabajo. Alemania tal vez sea el país de los traductores y las traducciones. Berlín además se ha convertido, de nuevo, en capital mundial de literatura en muchos idiomas, particularmente en español. Cunden los encuentros itinerantes y escritores y traductores renombrados, la movida es múltiple y en buena parte experimental. Y participo de todo ello, activamente.

Claudia Sierich. Sombra de Paraíso | © Oscar Todtmann editores

En caso afirmativo ¿cómo es su relación con ellos?

Mi relación con los traductores es profesional y en varios casos, de amistad, entretanto. Lo mismo decir con respecto a mi relación con los intérpretes de conferencia que abundan en Berlín y en Alemania.

Con venezolanos me relaciono en amistad que cultivo. Intercambiamos pareceres, angustias, logros y recuerdos. Nos apoyamos mutuamente. Compartimos lo que solo nosotros como venezolanos podemos compartir a fondo.

¿Cómo es su contacto con Venezuela desde el exterior?

Mi contacto con Venezuela es permanente. Las noticias o los temas por atender relacionados con el país generan una permanente preocupación o alerta. El contacto con la familia y las amistades, el mundo profesional y editorial en Venezuela se ha ido dificultando por razones técnicas (no cupos de avión, internet deficiente, moneda no circulante, etc.), gracias a la escasa gestión de los gobernantes. De todos modos, (mi) Venezuela ya no se define por fronteras nacionales. Ahora mantengo contacto abundante y fructífero desde el exterior – hacia ese otro exterior en que se ha convertido mi país de origen, esparcido como está por todo el mundo.

¿Consideras que su experiencia en el exterior ha enriquecido su carrera? ¿Cómo y por qué?

Mis carreras de intérprete de conferencia y traductora definitivamente se han enriquecido, y es lo que claramente esperaba. Con quienes que he tomado contacto y en los que me desempeño ahora, sin duda me han aportado mucho.

Con respecto a la escritura creativa, se me plantea un reto mayor. Aun (me) recojo y (me) observo. ¿Hacia dónde y en qué lengua escribir? ¿Qué huella dejar y dónde? Es tal vez la reubicación más fuerte que me embarga tras la emigración acometida. Creo que no sería tan fuerte el desafío, si no fuese bifronte – venezolana de alma, de espíritu alemán, condición que implica a las dos lenguas, los mundos que abarcan y sus formas de pensar(se). Escribir implica asumir responsabilidad por lo que nos rodea, conocerlo y entrar por algún punto certero del gran rizoma. Explorar el nuevo entorno escritural y creativo, también nutre mi experiencia en Berlín. 

Claudia S. Sierich
Poeta, Traductora literaria, Intérprete de conferencia.

Lugar de nacimiento: Caracas.
Lugar actual de residencia: Berlín, Alemania.

Miembro activa de la Asociación Venezolana de Intérpretes de Conferencia, Caracas.

Publicaciones:

  • 2008 Imposible de Lugar. Ediciones Monte Ávila Editores, Caracas. (Premio Poesía Autores Inéditos Monte Ávila en Poesía, 2008 y Premio Municipal de Literatura Caracas, Mención Honorífica en Poesía 2010).
  • 2011 Dicha la dádiva. Ediciones. Equinoccio, Universidad Simón Bolívar. Caracas.
  • 2015 | Sombra de Paraíso: astillas entre tres cuerpos de lenta lectura. Oscar Todtmann Editores. Caracas.
  • 2016 VVAA. Sobre cantos de fortaleza. Antología de poetas venezolanas. Editorial Kalathos. Madrid.

tomado de https://www.goethe.de/ins/ve/es/kul/sup/voc/21264035.html

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